Una semana, un lazo, una eternidad...

Verano aturdidor, mes de Julio de 2009 ¿Un lugar? No importa, digamos el hueco que guarda mi cerebro para su recuerdo, digamos un lugar geográfico no determinado. Una semana, una amistad y la eternidad que aguarda a la misma.

Pasaron días, anécdotas, noches interminables y otras más que menos entretenidas, pero todas guardando su pedazo de verdad, de saber sobre el que meditar. Conversaciones, revelaciones, música y el punto "chic" que aportaba la comida japonesa y la excelente compañía. Disfruté de ello al máximo durante el corto periodo de tiempo que me brindó la vida, una semana. En teoría suficiente, en práctica una mísera miga de pan ante un estómago ávido de experiencias y momentos como esos. Situaciones cómicas... "¡Cuerpo a tierra!" que acababan con uno de nosotros sentado semi-oculto entre unas zarzas, en el arcén de una carretera secundaria. Situaciones de revelaciones, conversaciones... Incertidumbre respecto a mujeres, futuras compañeras sentimentales o recuerdos de otros momentos, con nostalgia. Cómo no, sublime en su excelsa excelencia, la compañía de la mejor música, el mejor jazz brindado por una artista al tiempo singular y creadora de música adictiva como Hiromi Uehara.

Reconstruir el recuerdo es solo recordar la fachada de los momentos, pero sobre ello flota algo mucho más importante que se averigua con un poco de reflexión.

Sin lugar a dudas, la joya de la corona fue la compañía; una amistad nacida entre las raíces del odio mutuo y que, sin embargo, crece y prospera con aditivos de sinceridad, confianza y ayuda. Un lazo que no puede desaparecer, un lazo indestructible. Nunca digas nunca dice el refrán, pero digo nunca pues si este lazo es común doy mi permiso para que ese "Dios" baje a este infierno terrenal y lo vea con sus ojos; no importa lo que diga una mera frase aplicada a lo común, pues tan singular unión no es, ni mucho menos, común. Puede sentirse como un tesoro, puede sentirse como el eje de una vida, puede sentirse de mil y ciento maneras pero siempre acabarás cayendo en la misma conclusión; Amistades reales en la vida existen tan pocas que se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos.

Como aderezo, la música en su estado más puro, esa que te hace volar y sentirte diferente, sentirte, simplemente, bien. Jazz, Rhyme And Prose... Puedes preferir cualquier estilo, pero cuando escuchas una canción del susodicho estilo, sabes a la perfección que es ése y no otro el ideal, el que te hace volar, llorar, que eriza tus cabellos con una facilidad asombrosa. La música puede ser el pilar que sostenga tu vida en un mínimo de cordura, de felicidad... Puede ser una parte más, que te hace sentirte bien, pero si realmente la sientes es, sin lugar a dudas, un componente indispensable de la misma existencia.