Cercana lejanía...

Una figura inerte yace sobre una cama, visualizando cómo el tiempo pasa ante ella como mofándose de su mera existencia. Cierra los ojos, y le parece sentir el tacto de un abrazo rodeando su cuerpo... Se erizan sus cabellos en un lago de recuerdo bajo las gotas del rocío de su anhelo... Abre los ojos y cual cubo de hielo sobre sí misma, la desesperanza hace que se estremezca... El único tacto es el de la música acariciando sus oídos y, como siempre, la soledad eterna presente en el ambiente.

Añoranza, anhelo... todos los llegamos a sentir en algún momento... sentimientos que se apoderan de nosotros creando reacciones ilusorias de nuestro propio cuerpo. En esos momentos, no somos más que figuras, físico; nuestra mente vaga por los recuerdos que nos hacen estremecernos. Cuan doloroso es el cercano pero lejano tacto del abrazo que imagino... Anhelo tanto volver a sentir el abrazo de un amor que hasta mi sentido del tacto padece de alucinaciones recordando cómo es sentirlo... Un abrazo, una caricia... a veces hasta incluso un beso. Dígame usted, amable lector, ¿no ha sentido nunca un beso en sueños y al despertar solo recuerda esa parte del sueño? Imagino que sí, así que supongo que, al menos en parte, entiende a qué me refiero. Cercano por el espejismo ilusorio que aparece en el tacto, lejano porque no es más que un recuerdo, un gesto que expresa cariño y que anhelas enormemente...

Puede ser un tormento, puede hacer que finas gotas de tristeza plateadas nublen tu vista o puede hacer que te sientas miserablemente solo, desamparado en la oscuridad de tu mente... Esto me recuerda la enorme debilidad de la mente humana...

Esto pueden ser nada más que cuatro palabras de un loco desquiciado o bien, pueden ser palabras de un cuerdo destrozado o, hasta incluso, ambas cosas a la vez... Pero hay algo que sí que queda claro; El cercano anhelo que sientes solo es el tacto de un recuerdo perdiéndose en la lejanía.

0 comentarios:

Publicar un comentario